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Discurso de la Dra. Ana Isabel Gómez, rectora, en la ceremonia de posesión de la vicerrectora académica, Dra. Rocío Araújo Oñate

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Hoy es un día muy especial para la Universidad del Rosario. Nos hemos reunido en nuestra emblemática Aula Máxima para dar la bienvenida a la doctora Rocío Araújo Oñate, quien asume uno de los roles más importantes de nuestra institución, el de vicerrectora académica.
Lo hace en un momento especialmente coyuntural para la educación en Colombia y para nuestra Universidad, donde debemos unir nuestros esfuerzos para dar continuidad a la función social que el Claustro del Rosario ha tenido durante siglos: formar personas que puedan cumplir a cabalidad con sus deberes como ciudadanos y profesionales, gracias a “una sólida formación ética, humanística y científica”, que les permita “actuar en beneficio de la sociedad, con un máximo sentido de responsabilidad”.

Antes de iniciar las palabras que quiero dirigir a la Dra. Rocío, quiero agradecer a la doctora Laura García Matamoros por haber desempeñado, durante la transición que hemos vivido en este año, el cargo de vicerrectora académica encargada, y haberlo hecho manteniendo sus responsabilidades como decana de la Facultad de Jurisprudencia. Sé que esto demandó de ella una inmensa generosidad y compromiso, en un tiempo de gran incertidumbre. Su presencia en la vicerrectoría generó la confianza que tanto requería nuestra comunidad. Doctora García, gracias por honrar este cargo con su trayectoria profesional y sus cualidades humanas.

La Vicerrectoría Académica ha acompañado la historia misma de nuestra institución a lo largo de sus 370 años y ha sido liderada por personas reconocidas por su idoneidad ética, su excelencia profesional y humana. Esta unidad tiene bajo su responsabilidad las actividades y proyectos académicos de docencia, planes de estudio y programas académicos, siendo garante de que estos se correspondan con las necesidades de la sociedad y las tendencias emergentes técnico-científicas y educativas, en el contexto nacional e internacional, cumpliendo además con los más altos estándares de calidad académica.

No obstante, más allá de garantizar una oferta académica pertinente y de calidad, la misión más importante que en el día de hoy le entregamos a la Dra. Araújo es la de proteger el corazón de nuestra Universidad, que no es otro que sus estudiantes y profesores, de tal forma que puedan desarrollar con excelencia sus proyectos de vida.  Nuestra fortaleza radica en la fuerza de cada uno de los miembros de nuestra comunidad: en cada estudiante que construye con pasión sus sueños, en cada profesor que inspira desde el aula, en cada colaborador que trabaja de manera discreta e incasable.

Para cumplir con esta misión, la vicerrectora académica cuenta con el apoyo de las direcciones Académica, de Evaluación, Permanencia y Éxito Estudiantil, y de Educación Digital, así como el de las decanaturas y direcciones de programa de nuestras escuelas y facultades, con quienes, sé, promoverá un trabajo en equipo articulado, armónico y de excelencia, en un ambiente seguro, respetuoso e inspirador.

La doctora Rocío deberá revisar y ajustar los procesos que soportan la función misional de la docencia, velar por que cuenten con los recursos requeridos, gestionar los riesgos asociados y establecer indicadores y estándares que permitan el seguimiento y mejoramiento permanente de estos.

Sé que será capaz de liderar la transformación de nuestra oferta educativa hacia una que sea más innovadora, que articule a las distintas disciplinas de nuestra Universidad, con estrategias pedagógicas y evaluativas disruptivas, con una estrecha relación con la investigación como factor diferencial de las trayectorias académicas de estudiantes y profesores, con el concurso de la Vicerrectoría de Investigación, y que logre dialogar con ofertas educativas del contexto global para favorecer la internacionalización de los perfiles de los estudiantes. Además, deberá desarrollar una oferta educativa no formal, con el apoyo de las escuelas y facultades, para responder a las necesidades de actualización del entorno y de nuestros egresados, todo esto como parte de la responsabilidad social que tenemos, así como a la necesidad de diversificar nuestros ingresos. También promoverá la consolidación de espacios diferentes a los presenciales, de tal forma que proyectemos la universidad en el ámbito nacional e internacional.

Dado que se trata de una vicerrectoría académica, creo que debemos resignificar lo que significa el adjetivo académico, que debe ser entendido como un espacio de liderazgo social, deliberativo, formal, sistemático y diverso, que, cimentado en principios humanistas, busque la generación de conocimiento que transforme la sociedad en la que vivimos.

Ser académico significa ser respetuoso de la diversidad de pensamiento, en donde se reconozcan y valoren las distintas opiniones, perspectivas, enfoques y creencias, para dar origen a ideas innovadoras y creativas.

Un ambiente académico debe propender por la búsqueda incesante del conocimiento, lo que implica que, sin desconocer las particularidades de cada disciplina y de los proyectos de vida individuales, cada miembro de la comunidad académica debe incorporar la investigación en su quehacer diario. Los profesores deben investigar para ser docentes y consultores, y la formación de sus estudiantes debe estar conectada con las preguntas y problemas reales de nuestro entono. Los estudiantes cuyos procesos formativos están inmersos en verdaderas comunidades de conocimiento entenderán que es innato al ejercicio de su profesión la producción de nuevas ideas, la resolución de problemas y la aplicación del método científico propio de su disciplina. Por último, la palabra académico refleja la necesidad de un sistema de integridad científica fundado en principios y valores que permitan el liderazgo universitario desde la virtud.

Por todo lo anterior, el rol de la vicerrectora académica trasciende la gestión administrativa. En sus manos está la tarea de guiar a nuestro extraordinario cuerpo de profesores para que logren despertar en nuestros estudiantes el amor por el conocimiento, la curiosidad científica y el compromiso social. Además, debe ser una líder capaz de integrar las necesidades y aspiraciones de cada uno de ellos para que no solo logren adquirir las competencias necesarias para el desempeño profesional, sino que también desarrollen trayectorias educativas diferenciales, que les permitan articular sus dones e inquietudes individuales dentro de la inmensa oferta de programas académicos de pregrado y posgrado, a través de la flexibilización curricular, menciones, dobles programas y educación posgradual que incluya incluso la formación doctoral. En estos perfiles divergentes encontrarán seguramente su éxito laboral una vez sean egresados.

El reto inmenso que significa ser vicerrectora académica de la Universidad del Rosario lo asume la doctora Araújo desde una vida dedicada al conocimiento y a la transformación de la sociedad.

Ella es abogada y especialista en Derecho Administrativo de la Universidad del Rosario, magíster de las Ciencias Administrativas con énfasis en derecho administrativo de la Universidad de Speyer, Alemania, y magíster en Ciencias Jurídicas con énfasis en derecho constitucional en la Universidad de Heidelberg, Alemania. Tiene diploma de estudios avanzados (DEA), con énfasis en derecho procesal administrativo, cursado en la Universidad Alfonso X El Sabio, España. Ha sido profesora principal de carrera de la Universidad del Rosario en el pregrado de Jurisprudencia, la especialización en Derecho Administrativo y la maestría en Derecho Administrativo. Fue, además, directora de las especializaciones en Derecho Administrativo y Derecho Electoral de la Universidad del Rosario, y perteneció al grupo de investigación en derecho público “Carlos Holguín Holguín”, calificado A1 en Colciencias.

En lo personal, tuve la oportunidad de conocer de primera mano las virtudes personales y profesionales de la Dra. Araújo debido a que trabajé con ella durante dos años en un proyecto de consultoría de la Universidad del Rosario para la Universidad Nacional de Colombia, que inició en el 2018, en el que participaron la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud, la Facultad de Jurisprudencia y la Sindicatura. Este proyecto consistía en encontrar la figura jurídica y administrativa que le permitiera a la Universidad Nacional tener un hospital que actuara como organización de conocimiento. Durante este tiempo, y gracias a ella, entendí la importancia de sistemas de gobernanza, la participación social, la autorregulación y el control para el adecuado desempeño de las funciones misionales de este tipo de instituciones en los procesos de prestación de servicios, educación, investigación y consultoría.

Aprendí a valorar su carácter, caracterizado por una férrea convicción de que el comportamiento alineado con principios y valores es lo que hace la diferencia en un ser humano, su templanza, rigor y compromiso académico, la convicción de la necesidad de proteger el bien común sobre cualquier otro interés y su capacidad de interlocución con distintos actores. Yo siempre le digo que es el caribe más germánico que he conocido. De este tiempo compartido nació no solo un profundo respeto y admiración hacia ella, sino también una amistad que ha perdurado hasta la fecha y que incluso nos permitido coincidir en Bilbao cuando las dos adelantábamos estudios doctorales.

A lo largo de estos años, he descubierto otros aspectos de su personalidad. Es una inigualable hija y hermana, siempre pendiente del cuidado de los que ama. Sus amigos conocemos la calidez de sus sentimientos, la lealtad y bondad que la caracterizan, su espiritualidad y su compromiso a toda prueba con la justicia y con todo lo que hace. Debo anotar también que es una persona sencilla, que, a pesar de las altas posiciones que ha ocupado, su carácter ha permanecido inalterable.

La doctora Rocío Araújo posee una profunda vocación por la educación, como lo demuestran sus más de 24 años como docente de este Claustro. A ello se suma su desempeño como magistrada del Consejo de Estado durante ocho años, una de las más grades dignidades a las que puede aspirar un abogado, donde enfrentó las más importantes discusiones y problemáticas del país en diversas temáticas relacionadas con los ámbitos de la salud, el trabajo, la educación y la democracia, entre otros. Como magistrada, honró con su actuar el compromiso inquebrantable con los valores Rosaristas. Es reconocida por quienes son sus pares por su excelencia personal y profesional, así como por la capacidad de interlocución interna y externa que requiere el cargo de vicerrectora académica del Rosario.

Doctora Rocío, no cabe duda de que su trayectoria profesional la precede. Resulta inspirador saber que una mujer como usted acepte ser nuestra vicerrectora académica en momentos tan difíciles y retadores. Le agradezco que haya postergado otros proyectos personales y laborales para servir a su casa de estudios y acompañarme en mi labor como rectora. Estoy convencida que su gestión estará marcada por la búsqueda constante de la excelencia, la innovación y el bienestar de nuestra comunidad universitaria.

Nuestro compromiso, así como el de los demás miembros de esta comunidad académica, es trabajar con amor y dedicación para entregarle a las futuras generaciones de Rosaristas una institución fortalecida, que mantenga su excelencia, pero, muy especialmente, que procure formar seres humanos que lleven por máxima el humanismo, el ejercicio ético de sus funciones según su profesión y la convicción de que la educación es una de las herramientas fundamentales para el bienestar social. 

Que esta etapa sea para usted, para nosotros y para la Universidad del Rosario un tiempo de grandes aprendizajes, logros colectivos y, sobre todo, de profundo sentido de pertenencia a esta alma mater que tanto amamos. Conocedora de su devoción a la Virgen de Santa Marta, a la Virgen de Częstochowa y a La Bordadita, a ellas la encomiendo.

La abrazo con el corazón. Muchas felicitaciones y éxitos en lo que viene.

Muchas gracias.