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En el blog del Archivo Histórico UR publicamos notas a partir de objetos de las colecciones, como invitación a estudios más profundos. Un libro, un documento o una foto son las materias principales de las entradas. Las secciones más importantes serán: libro antiguo, documentos del Archivo y crónica rosarista. Además, notas sobre cuestiones idiomáticas, históricas y de cultura general.
Lo más vistos
22 | 02 | 18
Cristóbal de Torres, censor de Quevedo
Francisco de Quevedo nos es más familiar por su obra literaria que por sus escritos de corte filosófico y moralista. Los últimos, sin embargo, lo acercan a fray Cristóbal de Torres, según quedó plasmado en la dedicatoria que le hizo de La cuna y la sepultura (1634). Un Quevedo ascético que es la otra cara del satírico, conforme al concepto de José Bergamín, quien ve en La cuna el reverso del Buscón*:
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20 | 02 | 18
Álvaro Mutis conversa con Enrique Serrano
Hace tiempo, publicamos una nota sobre el efímero paso del joven Álvaro Mutis por el Rosario. Pues bien, ahora les compartimos la entrevista que concediera a Enrique Serrano, publicada en la Revista del Rosario (v.91 n.579 enero-marzo 1998), un día eclíptico en el entonces Distrito Federal de Méjico.
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15 | 02 | 18
El Centro de Educación Humanística: el Rosario y su compromiso con la formación íntegra
El Centro de Educación Humanística nació en el rectorado del Dr. Álvaro Tafur Galvis, con el carácter de unidad dependiente de la rectoría. Estimando conveniente renovar el estudio de las humanidades en la institución, pidió concepto al profesor Francisco Gil Tovar sobre la manera de ofrecer dichas disciplinas, en el formato de la educación continuada. Aprobado el proyecto por la Consiliatura, se materializó definido como “unidad académica de educación continuada no formal”. Ofrecía cursos libres y un programa básico y permanente de Estudios humanísticos, conducente a diploma.
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08 | 02 | 18
Resiliencia, un latinajo de actualidad
Tal vez no sobre decir que las lenguas clásicas siguen vivas, aportando vocabulario técnico y científico. Hoy nos ocupamos en una que viene rondando hace poco y que resulta opaca para un hispanohablante (no se puede relacionar con una existente en español: no suena a nada). Hablamos del latinismo "resiliencia".
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01 | 02 | 28
Sofía Casanova y el infierno de la guerra
Sofía Casanova (1861-1958) vivió desde joven en Madrid, donde conoció al filósofo polaco Vicente Lutoslawski, con quien casó en 1887. Su casa era punto de encuentro de intelectuales y su amistad con Emilia Pardo Bazán y Carmen de los Ríos explica que le abrieran las columnas de la revista Raza Española (de donde tomó la Revista del Rosario este artículo, v.15 n.141 feb. 1920). Mas su vida no solo transcurrió entre las tertulias y los linotipos: le tocó sufrir las dos guerras mundiales, la caída del Imperio ruso (allí se trasladó recién casada), la Guerra Civil española y la ocupación de Varsovia. Tal circunstancia la convirtió en la primera corresponsal de guerra española, a raíz de una carta que envió a ABC en 1914, desde Polonia, por la cual le ofrecieron el empleo.
En el artículo que reproducimos, la cronista narra otro de los horrores de la guerra: la profanación de tumbas en la Rusia revolucionaria.
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30 | 01 | 18
Caldas en la milicia, faceta desconocida del prócer
En la pasada inducción de estudiantes al Rosario, la figura de Francisco José de Caldas cobró vida, encarnada por un actor profesional. Había algo llamativo en su atuendo, vestido como estaba de militar del tiempo de la Independencia. Llamativo porque la iconografía lo retrata de civil, armado de lupa o microscopio.
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25 | 01 | 18
Dante y el Rosario
La conmemoración de los seiscientos años de la desaparición de Dante Alighieri no pasó inadvertida en el país, menos en el Rosario. Prueba de ello es el número 159 de la Revista del Rosario (v.16 oct. 1921), dedicado casi enteramente al autor de la Divina comedia. Abre el número una dedicatoria, a manera de inscripción:
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24 | 01 | 18
Titivilo, diablillo notario
Si hay un santo para cada ocasión, puede decirse también que hay un demonio al que achacarle nuestras cotidianas metidas de pata. Uno muy simpático era el que tenía por encargo recolectar los errores u omisiones de los religiosos a la hora de decir el oficio divino. La cosa era grave, pues quien no decía bien las Horas se atenía a la maldición divina y un demonio impertinente (daemon ineptus) llenaba diariamente muchos libros registrando los defectos de las Horas.
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