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Hablar de suicidio con responsabilidad: claves y herramientas para una comunicación empática y preventiva

Hablar de suicidio con responsabilidad: claves y herramientas para una comunicación empática y preventiva
El suicidio es un tema complejo que requiere una mirada cuidadosa y responsable.

Por: Daniel Camilo Camargo, Gestor de Comunicaciones.

En lugar de silenciar la conversación, es importante comunicar de forma clara, empática y libre de estigmas, una palabra mal usada puede invalidar el sufrimiento de una persona y aumentar la sensación de soledad.

Por esta razón, Diego Leal, profesor del Programa de Psicología de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universidad del Rosario y experto en el tema, comparte una serie de recomendaciones esenciales para hablar del suicidio con responsabilidad, promoviendo una comunicación clara, empática y libre de estigmas.

Una postura responsable al comunicar

Antes de abordar el tema, es fundamental reflexionar sobre la postura personal frente al suicidio. Los mensajes simplistas, peyorativos o cargados de estigmas pueden causar más daño. Evitar eufemismos, metáforas confusas o narrativas sensacionalistas es esencial para no trivializar, ni romantizar, el dolor de quienes atraviesan una crisis. La claridad y el respeto deben guiar toda comunicación.

“Es común que, en la conducta suicida, la persona experimente ambivalencia en algunos momentos puede sentir deseos de morir y, en otros, alejarse de esa idea. Por eso, ofrecer mensajes claros y sobre todo que validen su malestar emocional puede abrir la posibilidad de que quien está considerando el suicidio se permita recibir ayuda, en lugar de enfrentar el peso del estigma de los demás”, afirma el docente.

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Comprender la conducta suicida

Lejos de ser únicamente un deseo de morir, la conducta suicida suele aparecer como una respuesta poco adaptativa frente a problemas reales y emociones intensas, muchas personas consideran el suicidio porque no cuentan con recursos para tolerar o gestionar su malestar. Reconocer esta complejidad, que incluye factores individuales, familiares y sociales, permite entender que se trata de un fenómeno multifactorial y prevenible.

“En los momentos de mayor crisis, las personas con conducta suicida pueden percibir los eventos como intolerables, es decir, sentir que su dolor sobrepasa su umbral de resistencia. También lo experimentan como inescapable, al creer que no cuentan con estrategias efectivas para cambiar o aliviar ese sufrimiento, y como interminable, en el sentido de que el dolor parece no tener fin. Sin embargo, cuando se desarrollan habilidades para reconocer y aceptar las emociones, y para afrontar las crisis emocionales, se abre la posibilidad de comprender que la conducta suicida no define quiénes somos, sino que es un comportamiento que podemos modificar”, comenta el experto.

Estrategias para el acompañamiento

Escuchar sin juzgar es uno de los gestos más poderosos frente a la ideación suicida; la mayoría de quienes atraviesan estos pensamientos quieren hablar y necesitan espacios seguros. Validar sus emociones, parafrasear y confirmar lo que expresan son estrategias de escucha activa que generan confianza. También es recomendable preguntar de manera clara y abierta, sin forzar la conversación y expresar calidez y solidaridad sin condiciones.

“Al acercarnos al tema del suicidio, es fundamental comprender que la mayoría de las personas que lo están considerando desean hablar de ello. Nuestro rol principal, entonces, es escuchar sin juicios. Hacer preguntas puede resultar difícil, pero también debemos reconocer que, cuando una persona se siente escuchada, su esperanza puede fortalecerse”, argumenta el docente.

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Prevención y apoyo

El suicidio no es una solución eficaz ni definitiva y es importante transmitirlo sin imponer culpas. Reforzar alternativas no suicidas y acompañar la búsqueda de afrontamiento saludable son pasos esenciales. Además, se debe activar redes de apoyo, planes de crisis e incluir información sobre recursos de ayuda locales, como líneas de atención y servicios de salud. Comunicar esperanza y la posibilidad real de intervenir y prevenir puede marcar la diferencia en la vida de una persona.

“No todas las personas que piensan en morir llegan a hacerlo, pero casi siempre están atravesando un momento de malestar emocional. Y esto, por sí solo es suficiente para acercarnos y ofrecer espacios de cuidado y validación frente a lo que están viviendo. El suicidio es un asunto que nos involucra a todos, su prevención no recae únicamente en los profesionales de la salud mental. Cada uno de nosotros puede ser cuidador y guardián, contribuyendo a la protección de la vida”, concluye el experto.

Hablar de suicidio no significa fomentarlo, por el contrario, es abrir caminos de comprensión, acompañamiento y prevención. Con un lenguaje responsable, basado en el respeto y la empatía, la comunicación se convierte en una herramienta poderosa para salvar vidas.