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La educación del joven Jorge Eliécer Gaitán

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El hallazgo de una hoja de matrícula del joven Jorge Eliécer Gaitán nos pone a rastrear la vida escolar del del brillante político liberal.

“(...) los documentos aquí reunidos han de servir de fundamento y de guía a quienes acometan tal obra” declaraba Alberto Figueredo Salcedo, secretario del Concejo de Bogotá, al presentar el primer tomo de Documentos para una biografía (Bogotá: Imprenta Municipal, 1949), compilados por él.

Figueredo consideraba la obra, homenaje del Cabildo a Jorge Eliécer Gaitán, “a la vez un aporte a la historia de Colombia”. El Archivo Histórico de la Universidad del Rosario pone un grano de arena en la ingente labor histórica que iniciara Figueredo, presentando un acta de matrícula del notable político colombiano.

Como es conocida la polémica sobre la fecha de natalicio de Gaitán, parece oportuno reproducir la partida de bautismo publicada por Figueredo:

Partida de bautismo. Figueredo, 1949.

Partida de bautismo. Figueredo, 1949.

Aunque el documento ha circulado entre los biógrafos del líder político, sigue vigente la fecha de 1903 para su nacimiento. La novedad, sin embargo, consiste en presentar una hoja de matrícula del joven Gaitán, con interesante información biográfica:

Matrícula de Jorge Gaitán, 1915. AHUR, vol. 2 f. 145.

Matrícula de Jorge Gaitán, 1915. AHUR, vol. 2 f. 145.

El documento es una joya: la matrícula se asentó el seis de febrero de 1915 y hace constar que el joven Jorge Gaitán tenía diecisiete años, hijo de Eliécer y Manuela de Gaitán, en calidad de externo, pagando los derechos. Como acudiente firmó su madre y el propio estudiante registró su nombre completo. Matriculó tres materias: Álgebra, Historia antigua y Retórica; más una tachada: Francés. Llama la atención que la sección “Cómputo general del alumno” está borrada. No tenemos otro documento que registre la presencia del joven en el Colegio del Rosario.

Algo debió de ocurrir para que el joven Gaitán no fuera estudiante efectivo. En sus memorias, significativamente, solo mencionaba su paso por el Colegio de Araújo y luego la Universidad Nacional. Figueredo, de nuevo, trae un documento que permite aventurar una hipótesis: en 1914, don Eliécer se dirigió al ministro de Instrucción Pública, Dr. Emilio Ferrer, solicitándole una beca para su hijo en el Rosario o en San Bartolomé:

En concepto de sus maestros, el joven posee buenas capacidades y es esencialmente consagrado al estudio, y tiene, sobre todo, interés vehemente por ilustrarse, mas su conducta lo hace merecedor de tal beneficio. Los periódicos le han encomiado sus aptitudes, tiene la edad requerida y las mejores referencias.

El Dr. Ferrero respondió negativamente, alegando que el Gobierno no tenía becas en los mencionados colegios, según el Decreto 567 de 1912. Don Eliécer, sin embargo, no se resigna, señalando que tiene recomendaciones del Dr. Marco Fidel Suárez y del mismísimo arzobispo. Los documentos no son concluyentes, pero indicarían que las instancias del señor Gaitán no valieron y el hijo se quedó sin beca. Ello no explica que, como vimos, la matrícula declara el pago los derechos.

Gaitán en 1918

Gaitán en 1918, declarando que su cumpleaños caía el día veintiséis. No se sabe si en sus cuentas eran veinte o quince años. En el pasaporte que le expidieron en 1926, ya informaba veintitrés años. Cf. Figueredo, 1949.

Bachillerato en el Rosario.

A propósito de la matrícula que venimos comentando, es bueno conocer las condiciones en que estudiaba un bachiller en esa época. Son varias las condiciones que indica el Prospecto para el año de 1912[1], de las cuales nos interesa resaltar las siguientes:

Para que un joven sea recibido en el Establecimiento, se requiere que sea mayor de quince años, sepa leer y escribir, y haya hecho los estudios preparatorios que la Facultad del Colegio exige, á saber: primer curso de Latín, primero de Castellano y Francés, primero de Aritmética, Ortografía y Geografía.

Gaitán cumplía el requisito de edad (mayor de quince) y el punto de estudios preparatorios explicaría el tachón de Francés (ya debía haberlo cursado).

Los alumnos externos pagarán, por matrícula ordinaria, doscientos pesos por cada curso en que se inscriban, y diez por derechos de inscripción; los internos, cien pesos por cada curso. La matrícula extraordinaria vale el doble.

Todo alumno, así interno como externo, debe ser matriculado personalmente por un acudiente avecindado en Bogotá, que se haga cargo de cumplir con las obligaciones que impone el Reglamento, responda de la conducta moral y social del alumno dentro y fuéra del Colegio, y del pago de la pensión firmando la correspondiente obligación.

Manuela A. de Gaitán firmó como acudiente de su hijo. No es claro si debía pagar diez pesos en total por concepto de derechos o esa suma por cada curso matriculado. El pago por curso era así:

Se admiten alumnos internos en calidad de convictores y estudiantes externos. Los primeros pagarán la pensión anual que la Consiliatura señale. El pago se hará por décimas partes anticipadas, el día primero de cada mes. No habrá rebaja, aunque el alumno éntre al Colegio después de comenzar el mes, o salga á su casa ó se retire del Claustro. Tampoco la habrá para los que pasen los asuetos de Julio fuéra, ni para los que salgan antes de concluírse el mes de Noviembre.

Un externo, como Gaitán, debía pagar los doscientos pesos por curso, en diez cuotas mensuales.

No un título, sino una profesión.

Gaitán solía recordar sus días de universitario, “en los patios del Capitolio hasta la medianoche, para tornar comenzada la mañana, al Parque Santander, o a los románticos claustros de Santo Domingo a continuar la tarea”. Sus catedráticos eran Holguín y Caro, José Alejandro Bermúdez, Abadía Méndez, Cadavid, Félix Cortés, Pérez “y tántos otros hombres eminentes”. Una época de agrupaciones estudiantiles de todo

tipo: los arquilóquidas, los leopardos y los nuevos. Gaitán participó de la sociedad literaria Rubén Darío, dividida nítidamente entre clásicos y modernistas, con Ignacio González Torres y Hernando de la Calle a la cabeza de cada bando, respectivamente. No sabemos en cuál militaba Gaitán, pero sí que los debates se acaloraban al punto de requerir la intervención policial.

No era propiamente el deseo de un título, sino la ambición de tener una profesión, la que nos guiaba. Todavía no se había extendido tanto la sola ambición de un título que sirva como ganzúa para abrir las sucias puertas de la burocracia politiquera[1].

De su época colegial, Gaitán parecía subrayar su paso por dos colegios: el de Simón Araújo, a cuyo dueño dedicó un cálido artículo de cumpleaños, y el de Martín Restrepo Mejía.

En la lista de maestros que contribuyeron a la fundación de la revista La Acción Escolar - Órgano de los maestros, figura el nombre de la señora Manuela A. de Gaitán[2].


[1] Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. Prospecto para el año de 1912. Revista del Rosario, 8(71), 62-64.

[2] Entrevista de Gaitán concedida a B. Moreno Torralbo, El Siglo, 1943. En Figueredo, 1949.

[3] Contribuyó con dos pesos: 1(4), 1923.