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Ámbito de la paz

Laura Alejandra Bravo Caicedo | Liceo Campestre Facatativá

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La paz es definida como un estado o un periodo sin conflicto alguno, permitiendo así la instauración de principios como la justicia, la solidaridad y el apoyo mutuo. Es descrita de manera bastante sencilla y, sin embargo, a pesar de que ha sido el fin último de la sociedad por varios siglos, todavía no es una verdad. Pese a los varios intentos mundiales por instaurarla como una realidad, en la actualidad seguimos siendo tanto víctimas como causantes de varios conflictos que no nos permiten alcanzar y gozar de este estado de plenitud.

Durante varios siglos, se ha buscado la manera de entender la paz de modo que esta pueda desarrollarse en un contexto real. Diplomáticos, filósofos, etc. han creado su propia idea de paz; sin embargo, todos ellos convergen en un personaje en específico cuyas ideas, incluso 220 años después de su muerte, siguen siendo pertinentes. El periodista y autor especializado en historia, Abel G.M, plantea que Immanuel Kant fue uno de los filósofos más reconocidos de la ilustración, teniendo como principio ayudar al ser humano a pensar por sí mismo y a rechazar los dogmas establecidos.

Kant es recordado por crear un puente entre lo racional y lo empírico, desarrollando obras como “¿Qué es la ilustración?”, en 1784, y su obra más famosa “Crítica de la razón pura”, en 1781. Entre todos sus trabajos hay uno que destaca y que hoy en día sigue siendo relevante a la hora de hablar de paz: “Sobre la paz perpetua”, publicada en1795. Es un texto que explica y analiza los factores a tener en cuenta a la hora de hablar de paz en sociedades conflictuales. En su texto, Kant planeta conceptos que no solo ayudan a entender cómo funciona la guerra, sino cómo esta puede convertirse en un impulso para la concordancia. Teniendo en cuenta las ideas de Kant sobre la paz y la condición de violencia y conflicto armado histórico en Colombia, ¿es posible aplicar las ideas kantianas en la sociedad colombiana?

En primera instancia, es necesario hablar del texto “Ideas para una historia universal en clave cosmopolita”, del año 1783. Este trabajo contiene conceptos clave a la hora de hablar de paz, dentro de los que se encuentra el concepto de la insociable sociabilidad: “Entiendo aquí por antagonismo la insociable sociabilidad de los hombres, esto es, el que su inclinación a vivir en sociedad sea inseparable de una hostilidad que amenaza constantemente con disolver esa sociedad.” (Oropeza, 2006, p. 20). En otras palabras, la insociable sociabilidad se refiere a cómo el individualismo humano, poco a poco, se vuelve egoísta en función de cumplir con intereses propios, y cómo esta posición individualista contrasta con el deseo y la necesidad humana de vivir en sociedad, buscando solidaridad y apoyo mutuo.

La diferencia que hay entre lo insociable y lo sociable funciona de la misma manera que un imán; los polos opuestos se atraen por medio de una fuerza electromagnética. Esta diferencia genera una fuerza de competencia que, si bien genera conflicto, también genera progreso. Cada ser humano, al ser dueño de sus propios intereses, busca la manera de conseguirlos por lo que, de una u otra manera, siendo impulsados por la codicia y de forma colectiva, nos acercamos más a una sociedad racional en donde se busca una competencia más justa o, en otras palabras, más beneficiosa para todos.

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Immanuel Kant por Johann Gottlieb Becker, 1768 | Foto: Wikimedia Commons

Si bien la sociedad colombiana aplica lo impuesto por la insociable sociabilidad, si realmente se busca encontrar la paz perpetua, es también necesario condicionar el conflicto, es decir limitar el conflicto. Kant, en su texto “Sobre la paz perpetua”, describe una serie de moderaciones que se deben aplicar en un conflicto, si se desea ponerle fin a este: “1. La prohibición de que existan reservas secretas en los tratados de paz; 2. La prohibición de que un Estado pueda ser adquirido por otro mediante herencia, intercambio, compra o donación; 3. La eventual desaparición de los ejércitos regulares; 4. La prohibición de que la política exterior de lugar a deuda pública; 5. La no intervención de los Estados en los asuntos internos; 6. La prohibición de ciertas conductas —recurrir a asesinos, envenenadores, actos de sedición, y toda clase de “estratagemas deshonrosas” 6 — de tipo tal que hagan imposible la confianza mutua en una paz futura.” (Oropeza, 2006, p. 5).

A pesar de que estos criterios resultan racionales, hay una excepción con respecto al quinto punto, y es que, según la autora Teresa Santiago Oropeza (2006), “En el caso referido, una guerra civil, no hay ninguna violación al artículo, en la medida en que el Estado ya no existe como tal. Lo que impera es la anarquía y, en este sentido, una de las partes de la unidad original (el Estado antes de la guerra civil) tiene todo el derecho a solicitar ayuda para restablecer el orden ya fracturado.” (Ibid., p. 6). A pesar de que el conflicto en Colombia tiene varios matices, este se ha llegado a señalar como una guerra civil o bien un conflicto armado, pero el objetivo de estas intervenciones externas no es llegar a la violencia para dirimir conflictos, sino llegar a un espacio que tenga como base el entendimiento y la comunicación. Una vez haya plena confianza de que estos criterios no serán vulnerados, se podrá hablar de paz.

 Al igual que es necesario tener como bases la confianza y el entendimiento mutuo en la búsqueda de paz, también resulta sensato otorgarles a los ciudadanos del pueblo la oportunidad de verse representados y escuchados por el poder que los rige. Immanuel Kant tenía muy en claro el poder que el pueblo frente a la toma de decisiones que, de una u otra forma, los afectaría. Kant en su mismo texto de “Hacia la paz perpetua” (1795) propone que para que un estado alcance la paz, este debe verse regido por una constitución republicana.

De acuerdo con el autor Gayubas Augusto (2024), “Un gobierno republicano es aquel en el que la soberanía reside en el pueblo, es decir, en el que la ciudadanía posee teóricamente el poder político pero lo delega en las autoridades del Estado (principalmente, en el presidente y los miembros del Parlamento)” (p. 1). Kant, con este criterio de paz, no solo busca fomentar la participación del pueblo en la vida política, sino generar en él la capacidad de formar un pensamiento propio que sea útil y prudente a la hora de la toma de decisiones por su propio bienestar; para Kant, los que sufren las consecuencias son quienes deben decidir si aprobar las causas o no.

 Con el fin de buscar una democracia, y por consecuencia un estado más justo, Kant introduce uno de los conceptos que hasta el día de hoy sigue siendo vigente en el ámbito político: El principio de publicidad. Este concepto busca estrechar una relación estable entre lo moral y político, por más difícil que esto parezca. “La idea rectora del principio es bastante sencilla: si no se pueden hacer públicos los propósitos de una acción, entonces la máxima que la justifica es injusta y, por ende, contraria a derecho.” (Oropeza, 2006, p. 9). Con el fin de crear un ambiente de honestidad entre el pueblo y el estado, Kant busca la creación y la difusión de esferas públicas, las cuales, en un contexto local serían los llamados “Mecanismos de participación ciudadana”. Con esto no solo se espera que el ciudadano tome conciencia sobre el gran poder político con el que cuenta, sino que las acciones políticas se  vean realmente dirigidas por las necesidades del ciudadano.

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Firma del Acuerdo de Paz entre el Gobierno de Colombia y las FARC E.P., en 2016 | Foto: Wikimedia Commons

Para acabar con un conflicto no basta con entenderlo. Si bien esto llega a ser importante a la hora de establecer un acuerdo o una solución, es necesario dar más importancia a las necesidades de las dos o más partes involucradas. Una sociedad donde no haya la posibilidad de establecer un diálogo con base en la comunicación, la confianza y la honestidad, es una sociedad donde la democracia y, por ende, los poderes del pueblo no pueden prosperar, es prudente permitirle a la ciudadanía un rol más activo en la resolución de un conflicto. Si bien el hombre del común puede o no contar con el conocimiento racional, este es clave a la hora de descifrar el conflicto desde un punto ligado más a la experiencia, ligado más hacia lo empírico. Es necesario que el pueblo sea consiente frente a su posibilidad de formar una sociedad lejos de lo hostil, una sociedad donde vivir dignamente no sea un privilegio.

Finalmente, podemos concluir que a pesar de que Colombia cumple con algunos puntos clave para alcanzar la paz perpetua, según Kant, la nación colombiana todavía no está próxima a encontrar tal estado de plenitud. El control que tiene el estado frente a la disputa entre sus ciudadanos realmente no es la suficiente, ni para limitar el conflicto, ni para establecer verdaderos espacios de dialogo. Si bien Colombia es regida por una constitución que permite la participación ciudadana en el poder gubernamental, primero es necesario concientizar al mismo pueblo de la gran fuerza política que estos representan tanto en el ámbito político como en el ámbito de la paz.

Lista de referencias.

G.M, A. (2024 ). Immanuel Kant: la razón sin ataduras. National Geographic, 1.

Gayubas, A. (2024). Gobierno republicano. CONCEPTO, 1.

Kant, I. (1994). Ideas para una historia universal en clave cosmopolita y otros escritos sobre Filosofía de la Historia. Königsberg: EDITORIAL TECNOS, S.A.

Oropeza, T. S. (2004). KANT Y SU PROYECTO DE UNA PAZ PERPETUA. Revista Digital Universitaria, 1-11.