
En esta prueba, que es requisito obligatorio para ejercer como abogado en Colombia, participaron cerca de 10.000 personas de distintas universidades del país, y nuestro estudiante logró el noveno lugar en la evaluación, demostrando no solo un alto nivel de preparación individual, sino también la calidad académica del programa de Jurisprudencia de la Universidad.
“Más allá de ser un requisito legal, el examen se convierte en una herramienta de medición de calidad académica y profesional que refleja tanto el esfuerzo personal como la robustez del proceso de formación que ofrece la Universidad”, explicó.
El examen de idoneidad, creado a partir de la Ley 1905 de 2018, evalúa conocimientos fundamentales del derecho, habilidades académicas y capacidades profesionales necesarias para el ejercicio de la abogacía.
Para David Ángel, estar en el top 10 nacional es una invitación a seguir formándose constantemente: “Un buen abogado nunca se deja de preparar. Este resultado no es un punto de llegada, sino una motivación para seguir haciendo las cosas bien”, afirma.
Formación con sello Rosarista
El estudiante destaca el rol clave que ha tenido la Universidad y la Facultad de Jurisprudencia en este proceso. Desde su primer semestre, dice, recibió una formación rigurosa y de calidad, acompañada de un cuerpo de docentes comprometidos con la excelencia académica.
“La Facultad de Jurisprudencia ofrece a sus estudiantes las mejores herramientas para que se conviertan en abogados íntegros y altamente competentes. Desde la primera clase hasta la opción de grado, hay un acompañamiento constante que forma un pensamiento jurídico con calidad y exigencia”.
Lo que viene
Actualmente, está por finalizar su judicatura en el Consejo de Estado y proyecta continuar su formación académica en estudios de posgrado dentro del mismo Claustro. Su objetivo es claro: seguir creciendo como abogado, siempre con los valores Rosaristas como guía.
“Ser Rosarista es llevar una formación de excelencia, pero también una profunda calidez humana y ética. Ese es el sello que quiero llevar siempre en mi ejercicio profesional”.
Este logro no solo enaltece el nombre de David Ángel, sino que también reafirma el compromiso de nuestra Universidad y de su Facultad de Jurisprudencia con la formación de abogados íntegros, rigurosos y con una profunda vocación de servicio. Casos como este son testimonio del impacto transformador de una educación de calidad, que prepara a los futuros profesionales para destacarse con excelencia en los más altos estándares del ámbito jurídico nacional.