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Ana Isabel Gómez en la posesión de la Consiliatura 2023-2027

Ana Isabel Gómez en la posesión de la Consiliatura 2023-2027
Al reunirnos en el Aula Máxima, espacio emblemático de este Claustro, reafirmamos el estrecho vínculo entre nuestro presente y el pasado histórico que ha influido en la consolidación de nuestra identidad Rosarista, dado que en ella reposa parte de nuestro patrimonio cultural tangible. Este lugar ha atestiguado grandes momentos de la vida institucional del Colegio Mayor, como las ceremonias de grado de nuestros estudiantes, la consagración de los colegiales y la elección de los rectores. Esta es la razón por la cual es el escenario propicio para la posesión de los consiliarios.  

Ellos, los consiliarios, han estado presentes desde el momento mismo de la fundación de este Claustro, cuando Fray Cristóbal de Torres, al redactar las Constituciones de esta casa de estudios en 1654, creó esta figura. Las personas que desde un inicio han sido elegidas para cumplir con este rol encarnan una vocación de servicio al Colegio Mayor del Rosario. Con generosidad y profundo amor hacia este Claustro, han dedicado toda su sapiencia a la preservación del legado del fundador, que no es otro que la formación científica y humanista de personas íntegras que sirvan a nuestra sociedad.  

Los consiliarios cumplen con el deber de proteger el legado histórico de este Claustro a través de la elección del rector y de los colegiales, y su apoyo a la Rectoría en la toma de las más importantes decisiones de la Universidad, como lo son las que tienen que ver con la protección del patrimonio, la reforma a las Constituciones, los cambios en la estructura de nuestra institución, la actualización permanente de la oferta de nuevos programas y la planeación estratégica, entre otras. Además, actúan como consejeros y contrapeso del actuar de la Rectoría. 

Con más de tres siglos de trayectoria, la figura de los consiliarios ha perdurado a pesar de las dificultades históricas que ha enfrentado la Universidad. Muchas han sido las generaciones que, a lo largo del tiempo, han procurado sostener, fortalecer y garantizar la continuidad de la tarea principal del Claustro Rosarista, la cual se mantiene con plena vigencia: educar. Es a esa palabra, en apariencia sencilla, a la que nos debemos. Una comunidad educativa solo se puede consolidar si lleva por máxima ese principio.  

Bien se ha dicho que educar es cultivar la humanidad. Es velar por el desarrollo integral de todo ser humano y acompañar la formación del juicio y del pensamiento crítico, que poco a poco se van gestando en cada joven. Creemos firmemente, como lo ha hecho este Colegio Mayor desde siempre, que educar es la garantía principal para propender por la transformación social y la justicia en un mundo que parece olvidar la importancia de la bondad y la belleza de lo frágil. Además, si la educación se cimenta en el amor, la virtud, el respeto a la dignidad y libertades fundamentales, estamos seguros de que los profesionales que entreguemos a Colombia llevarán inscritos en sus corazones y espíritus ese deber de servirle a la sociedad. Sobre estas motivaciones se cimenta la construcción de estos muros y a ellas se consagraron nuestras aulas.  

Por todo lo anterior, se hace necesario que esta casa de estudios cuente con un equipo sólido de gobierno que asegure el recibir, para el futuro, a más jóvenes que quieran cumplir sus sueños en las aulas del Rosario, las mismas que recibieron en 1653 a quince estudiantes, que hoy albergan a más de 12.800 y de las que han egresado más de 71.798. Por supuesto, nuestra tarea también se centra en no desacelerar la marcha, en garantizar la excelencia académica e investigativa de los estudiantes que actualmente se están formando aquí y en generar las condiciones para que funcionarios y profesores puedan desarrollar sus proyectos de vida. Todo esto se materializa en lograr que la Universidad del Rosario se mantenga como una de las mejores universidades del país. Cuando se posesionan nuevos consiliarios, se ratifica ante la comunidad educativa del Colegio este compromiso.  

Este día es memorable para nuestra comunidad educativa, constituida por estudiantes, profesores, funcionarios, egresados y cada una de las personas que hacen parte de nuestra cotidianidad. Para el Colegio Elector, integrado por 13 colegiales y la rectora, es un privilegio presentarles a estas personas excepcionales que asumirán el rol de consiliarios para el término del periodo 2023-2027. Ellos son: Claudia Margarita Cortés, José Roberto Herrera, Gabriel Montoya, Ricardo Rivero y Giovanni Stella, quienes han aceptado contribuir con su conocimiento y experiencia al Claustro Rosarista. Con su nombramiento, reafirmamos nuestra identidad institucional y en ellos depositamos nuestra confianza. Estamos seguros de que, con sus acciones, honrarán el juramento que hoy hacen. Debo señalar, además, que todos tienen en común que son o han sido docentes y que encuentran en esta actividad una de sus mayores alegrías. 

El cargo que hoy asumen ha sido identificado, hace generaciones, con el adjetivo de “honorable”. Esa palabra, que nos traslada necesariamente al concepto de honor, invita a la exaltación de las cualidades morales que, se espera, nutran la vida académica y el diario acontecer de esta institución. Han sido seleccionados porque tenemos la certeza de que sus trayectorias profesionales y virtudes personales son lo que este Claustro busca. Disciplina, compromiso, ética, autonomía de criterio, contundencia, humanismo, experticia profesional, capacidad de trabajo en equipo y prudencia describen perfectamente lo que los miembros del Colegio Elector vimos en cada uno de ellos.  

Sé que los consiliarios mantendrán ese ímpetu, generosidad y valor con las que aceptaron este cargo. Su compromiso es fundamental para una comunidad que, a pesar de las dificultades, sale adelante, que profesa amor por este Claustro y que ha estado dispuesta a defender la dignidad del mismo. Los miembros de esta comunidad fueron partícipes, con sus propuestas, del proceso de elección de consiliarios. Sus aportes fueron importantes para determinar los grandes retos que enfrentaremos en el futuro y, consecuentemente, definir el perfil de las personas que, como consejeros, acompañarían a la rectora para poder enfrentarlos exitosamente, en tiempos en los que el sector educativo, en el contexto nacional y global, se caracteriza por la incertidumbre. 

Los más importantes retos identificados tenían que ver con la sostenibilidad administrativa y financiera de la Universidad, las tendencias emergentes en la educación superior, los relacionados con la infraestructura física, la transformación tecnológica y la garantía de nuestras funciones misionales (educación, investigación y extensión).  A esto se suma la necesidad de transformar nuestro modelo de gobierno, preservando nuestro ADN histórico y, a su vez, poniéndolo a la vanguardia de los sistemas de gobernanza educativa actuales. 

En pocas palabras, nuestra comunidad desea una Consiliatura que sea capaz de enfrentar los desafíos del siglo XXI, que siga impulsando la transformación digital sin detrimento de la enseñanza personalizada y, lo más importante, que lleve la impronta del valor humano por encima de cualquier otra consideración. Es, definitivamente, la ratificación de los principios Rosaristas que nos han acompañado desde siempre.  

No cabe duda de que serán muchos los desafíos que tendremos que afrontar, pero sé que seremos capaces, a través del diálogo, de llegar a consensos que nos permitan superarlos, repensarnos y renovar el compromiso que tenemos con la juventud del país. Tengo la certeza de que, en este proceso, ustedes, señores consiliarios, señora consiliaria, forjarán o reafirmarán la devoción por estas aulas y por lo que representan.  

El haber aceptado las responsabilidades asociadas al título de consiliario, que además son concurrentes con sus proyectos personales, es signo de esperanza y generosidad. Sé que sus acciones se orientarán por los principios de transparencia, ética, idoneidad, participación y prudencia, lo que fortalecerá la confianza de los distintos actores en el gobierno universitario. 

No quiero finalizar mi intervención sin agradecer a los exconsiliarios, los doctores Merlín Patricia Grueso, Alejandro Useche y Alberto Fergusson, por su acompañamiento en este último tiempo y desearles, asimismo, los mejores éxitos en sus proyectos futuros. También quiero reconocer a los 13 colegiales que, con su trabajo entusiasta y virtud, permitieron los resultados de este Colegio Elector.  

A nuestra comunidad Rosarista quiero pedirle que mantenga vigente el amor a esta casa de formación, tal y como lo han hecho las generaciones pasadas; que apoye las decisiones que, en el mejor interés de la perdurabilidad de la Universidad, se deban tomar; y que cada uno, desde su rango de acción, contribuya a este propósito. No son tiempos fáciles los que afrontan las instituciones de educación superior. 

Finalmente, a nuestros nuevos consiliarios, reiterarles el agradecimiento por aceptar acompañarnos, darles una calurosa bienvenida y mis más sinceras felicitaciones. Sus nombres quedarán inscritos en la historia de la Universidad del Rosario y sé que darán todo lo mejor de sí para que nuestro Colegio Mayor siga dando cuenta de sus avances y siendo fiel a la bellísima tarea de cultivar en los corazones un amor irrestricto por el conocimiento, por los valores humanistas y que reafirma lo que años atrás manifestó el rector Antonio Rocha Alvira: ser un espacio donde se enseñe, se profese y se practique la virtud. 

A todos los asistentes, agradezco su compañía. Felicitaciones a nuestros nuevos consiliarios y muchas gracias. 

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