El martirio de Eulalia, patrona de Mérida
Ya habíamos presentado en este blog el martirio de los niños Justo y Pastor, registrado en un antifonario del siglo XVIII. Allí mismo, encontramos el martirio de otra jovencita española, Eulalia, por cuenta del mismo gobernante, Daciano.
Eulalia nació y vivió en la romana Augusta Emerita, actual Mérida (España), entre los años 292 y 304. El día de su martirio es el día de su fiesta, diez de diciembre. La santa es patrona de Mérida y de otras diócesis españolas[1]. Veamos, pues, la historia de Eulalia como nos la presenta el antifonario de nuestra colección.
Repertorio musical:
Ad Magnificat antiphona [f. 47]
Ad Magnificat hymnus [f. 48]
Ad Laudes et per horas antiphona [f. 49]
Hymnus: Lampades postremo [f. 50]
Ad Benedictus antiphona [f. 51]
Ad secundas vesperas antiphona [f. 52]
Quando festum Sanctae Eulaliae transferat in utrisque vesperis hymnus [f. 53]
Inicio de antífona para Laudes, con be mayúscula decorada.
[Folio 47r]
In festo sanctae Eulaliae, virginis et martyris ad Magnificat
Beata Eulalia ungulis ferreis usque ad ossa dilaniata læto ore notas numerans dicebat: Nunc, Christe Jesu, in meo corpore his notis fortius inscriberis. Delectat me hos apices legere, qui tua trophæa, nomenque tuum sanguinis purpura scripta loquuntur. Magnificat.
En la fiesta de santa Eulalia, virgen y mártir, para el Magnificat.
Feliz Eulalia, con clavos hasta el hueso ultrajada, contando las heridas decía satisfecha: ¡Ahora, Jesucristo, estas heridas te fijarán más tenazmente en mi cuerpo! ¡Me alegra leer estas señales, que manifiestan tu trofeo, tu nombre y el escrito púrpura de sangre! Magnificat.
[Folio 48r]
Ad Magnificat hymnus
Infremit Prætor rabieque frendet verbera intentat, moveant puellam; cuncta frustra; fortior et resistit ipsa tyranno. Ungulæ carnes laniant cruente; Virgo sed plagas numerans hiulcas gaudet, et Christi celebrat triumphos: Voce sonora. Pręstat inscriptos apices notare purpura tinctos, quibus exarantur nominis magni alma tui trophæa Maxime Christe. Inquit: At Prætor furiis præhensus, Balneat fervente oleo mamillas? Calce, tum rivis fervidis aquarum corpus adurit.
Attamen calce, ex liquidove plumbo, nulla nec parva Eulaliam favilla lædit, experta omnia temperata Virgo decora. Sit decus Patri, genitæque Proli, et tibi compar utriusque virtus Spiritus semper, Deus omni temporis ævo. Amen.
Himno para el Magnificat.
Gruñe el pretor: rechina los dientes de rabia. Intenta que los golpes doblen a la niña. Todo en vano: resiste ella con más fuerza al tirano. Los clavos desgarran la carne; mas la doncella, contando las llagas abiertas, goza y celebra los triunfos de Cristo con voz sonora. Dice: ¡Mejor notar las señales teñidas de púrpura, en que se escriben los provechosos trofeos de tu gran triunfo, poderoso Cristo! Mas el pretor, dominado por la furia, le baña los pechos con aceite hirviendo; con cal y luego con agua hervida le quema el cuerpo.
Sin embargo, ni un pequeño rescoldo, de la cal o derretido plomo, lesiona a Eulalia, doncella templada por la experiencia de todas las pruebas. ¡Honra al Padre, al Hijo engendrado y al Espíritu, semejante en virtud siempre, Dios eterno! Amén.
Inicio de antífona para Magnificat, con be mayúscula decorada.
[Folio 49r]
Ad Laudes et per horas antiphona
Beata Eulalia fide plena, spe intrepida charitate flagrans ad martyrium sponte festinabat. Psalmus. Dominus regnat. Antiphona. Crudelibus lacerata verberibus fortiori animo prætoris seuitiam et Cessaris vanam religionem increpabat. Psalmus Iubilate Deo.
Antiphona. Tam[2quam aurum in fornace probata, laudes domino decantans incolumis exivit a flammis. Antiphona. Benedico te, Pater Domini mei Iesu Christi, quia per Filium tuum nec verbera, nec ignis, nec calx, nec plumbum nocuere corpori meo. Antiphona. Qua Spiritus Sanctus specie appa]rere non dedignatur, Eulaliæ spiritus ad cœlestem paradysum evolavit.
Antífona para Laudes y para las horas.
¡Feliz Eulalia, llena de fe y firme esperanza, encendida en caridad al martirio se dirigía de buena gana! Salmo Dominus regnat. Antífona. Lastimada por crueles golpes, con más fuerza increpaba la sevicia del pretor y la vana religión del César. Salmo Iubilate Deo.
Antífona. Como oro probado en una hornaza, repitiendo alabanzas al Señor salió incólume de las llamas. Antífona. Te bendigo, Padre de mi señor Jesucristo, pues por tu Hijo ni los golpes, ni el fuego, ni la cal ni el plomo lastimaron mi cuerpo. Antífona. En la misma forma en que el Espíritu Santo se aparece, el espíritu de Eulalia voló al Paraíso celeste.
[Folio 50r]
Psalmus. Laudate Dominum. Hymnus.
Lampades postremo virgini ligatæ applicat quæ ignem caput occupantem transfert in pectus, hianteque ore hausit aperto. Spiritus formam recipit columbæ, quæ volans cœlum penetrat coruscum: contremit lictor fugiens, relicto corpore solo. Membra tam sæue lacerata nuda contegit cœlum niue decidente: donat hæc pura Attalicos amictus artubus almis. Virgo quæ est firma Emeritæ columna. Astures fortes faueas benigna: qui tibi semper referant Patronæ omnia fausta. Audias quod nos ferimus lubenter suplices votum: recipe et fecunda tempora indulge, ut tibi personemus carmina sancta. Sit decus Patri, genitæque Proli, et tibi compar utriusque virtus Spiritus semper, Deus unus omni temporis ævo. Amen.
Salmo Laudate Dominum. Himno.
Al fin, arrima las antorchas a la doncella sometida. Ella dirige el fuego de la cabeza al pecho, devorándolo con la boca abierta. Su espíritu, transformado en paloma, penetra el brillante cielo. El verdugo huye temblando, abandonado el cuerpo en el suelo. El Cielo cubre el cuerpo, con tal sevicia lacerado, velando la desnudez un manto de nieve: su pureza viste espléndidamente el delicado cuerpo. ¡Doncella que eres sólida columna de Mérida: favorece propicia a los valientes astures y ellos te agradezcan su prosperidad como patrona! ¡Atiende el voto espontáneo de tus suplicantes: recíbelo y concédenos tiempos fecundos, que nosotros entonaremos piadosos himnos! ¡Honra al Padre, al Hijo engendrado y al Espíritu, semejante en virtud siempre, Dios uno y eterno! Amén.
[Folio 51r-52r]
Ad Benedictus antiphona.
Beata Eulalia dum lampadibus ardentibus ureretur, prætori dixit: Assum est iam corpus meum, iube sale conspergi; ne cœlesti sponso insipidum præpares holocaustum. Psalmus. Benedictus.
Ad secundas vesperas antiphona.
Ad conspectum columbæ prodeuntis ab ore beatæ Eulaliæ pauidi fugiunt lictores, relicto corpusculo nudo, quod nix e cælo subito demissa, vice linteoli candidissimi operuit. Psalmus. Magnificat.
Antífona Ad Benedictus.
La feliz Eulalia, ardiendo por las antorchas, dijo al pretor: “Ya mi cuerpo se quemó: ¡ordena que con sal se le sazone y no des al celestial esposo un holocausto insulso!”. Salmo Benedictus.
Antífona para las segundas vísperas.
Al ver una paloma salir de la boca de la feliz Eulalia, huyen los sayones aterrados dejando el cuerpo desnudo, que la nieve celeste ha cubierto como lienzo candidísimo. Salmo Magnificat.
[Folio 53r]
Quando festum Sanctæ Eulaliæ transferat in utrisque vesperis hymnus.
Virginis laudes canimus pudicæ. Mille quæ sertis redimita frontem, duplices palmas meruit refer[r]e sanguine partas. Tecta festina egreditur paterna; nec timet noctem, pauet aut tenebras præuia sed luce aperit rubeta cælicus ordo. Intra[t] et passu Emeritam veloci; judicis durum stetit ad tribunal. Arguens cæcas venerare gentes numina vana. Dulcibus verbis, studiisque tentat prætor emollire animum puellę, offerat saltim pia thura divis, Cæsari placens. Illa fallaces renuit loquelas, nulla promissa alliciunt, iniquis pernegat sensus; velut alta rupes fluctibus obstat. Sit decus Patri, genitæque Proli, et tibi compar utriusque virtus Spiritus semper, Deus unus omni temporis ævo. Amen.
Cuando la fiesta de santa Eulalia se transfiera en ambas vísperas. Himno.
Cantamos alabanzas de una doncella casta que, ceñida la frente de mil guirnaldas, mereció llevar doble palma, ganada con sangre. Sale presurosa de la casa paterna: no teme la noche ni la espantan las tinieblas; mas el Cielo le descubre los zarzales iluminándole la ruta. Entra en Mérida a raudo paso. Se presenta al tribunal de juez severo arguyendo que el pueblo ciego venera falsos ídolos. Con tiento y dulces palabras el pretor intenta torcer el propósito de la muchacha para que, agradando al César, ofrezca al menos piadoso incienso a los ídolos. Ella rechaza la propuesta falaz, no la seducen promesas; rechaza rotundamente a los inicuos: como alta roca resiste a las olas. ¡Honra al Padre, al Hijo engendrado y al Espíritu, semejante en virtud siempre, Dios uno y eterno! Amén.
Santa Eulalia, Luis Salvador Carmona (1760-1770). Museo Nacional de Escultura. Foto: José Luis Filpo Cabana.
[1] Para un mayor contexto de la historia del martirio de Eulalia, cf. Real Academia de la Historia. Santa Eulalia de Mérida, consultado en 25-4-2025.
[2] Falta un folio completo de texto, enmarcado entre corchetes [].